Las Recetas de mi Familia
Libro de Cocina.
Cocinar es un acto de amor.
Por Paula Molinari
En nuestra familia, acostumbramos a encontrarnos los domingos y compartir la mesa a la hora del almuerzo. Son siempre momentos muy alegres y llenos de risas y cuentos. Aprovechamos inmensamente ese espacio común para contarnos novedades, preguntarnos como estamos, recomendarnos cosas, en fin, actualizarnos. También nos reímos unos de otros, contamos chismes, y hablamos de nuestros proyectos.
Si nos remontamos a la historia, quizás este encuentro tenga origen en los almuerzos domingueros de mis abuelos en la casa de Morón, en los que la familia Molinari se juntaba en pleno. Yo era chiquita pero tengo un recuerdo muy vívido del gallinero, la huerta, los frutales. A mí me tocaba ir a buscar los huevos al gallinero con una canastita. También, como nieta mayor, me tocaba acompañar al Nonno a buscar los pollos que íbamos a hacer en estofado con los ravioles. El Nonno era muy rápido para quebrar el cuellos de los pollos seleccionados, habitualmente dos. Los agarraba de las patas y me los daba, uno por uno, para que los llevara a la cocina. Del gallinero salía un caminito de piedras que llevaba derechito a la cocina. Yo iba con el brazo extendido con el pollo codiciado… que cada tanto pegaba una patada post-mortem. Llegaba a la cocina, y la Nonna lo colgaba para que se desangrara del cajón de la mesa azul. Era toda una responsabilidad. Ella ya estaba amasando los ravioles. El Nonno, una vez terminada la faena, se ponía a rallar el queso. Me daba a mí la costra. También aprovechaba que había traído el pan bien fresquito y cortaba en tiras a lo largo las flautitas y las untaba con manteca y arriba esparcía azúcar. Recuerdo todavía la sensación de placer cuando mordía el pan fresco azucarado.
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En este libro encontrarán los platos tradicionales de esta familia. Un sincretismo entre la cocina italiana y la cocina judía, como verán. El objetivo es que puedan replicar estas recetas en cada una de las casas y ayudar a que permanezcan en la familia con el paso del tiempo. También quise contar de donde surgieron, ya que hay aportes de mis abuelas, de mi mamá, de mi querida tía Teresita, así como de la familia de Jorge de la que aprendí algunas recetas judías. Recuerdo todavía a la abuela Rebeca (Rifke) amasando varenikes. Yo heredé su palo de amasar y las ganas de hacerlo.
Espero que quién lo reciba, cocine nuestros platos.